<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



jueves, 1 de mayo de 2008

no hay personas discapacitadas, "sólo" sociedades inaccesibles a la diversidad...

"Al principio, no había nada. Sólo había música.

El primer día, hizo el sol. Pica los ojos.

Y luego, hizo la tierra...

El segundo día, hizo el mar. Moja tus pies.

El viento te cosquillea...

El tercer día hizo los discos. La gente que nace en América habla inglés. No sé dónde nací. Pienso que era en Mongolia.

El cuarto día hizo la televisión.

El quinto día hizo la hierba. Cuando la cortas, grita. Sufre. Tienes que consolarla, hablar con ella amablemente.

Si acaricias un árbol, te conviertes en un árbol...

Si cierras los ojos, te conviertes en una hormiga.

El sexto día hizo al hombre. Son de todos los colores. Azules. Negros. Rojos. Blancos. También hay naranjas. Rojo, verde, azul... Las mariposas. Azul, blanco, gris o negro. Rápidas, locas, ligeras, agitadas y orgullosas. Mariposas, en bandada florida con sus alas forman una nube. Nathalie... Es una mujer. Prefiero a las mujeres porque no pican cuando las besas.

Para descansar, hizo las nubes. Si te fijas profundamente, puedes ver todas las historias en ellas... Eso era el séptimo día.

(Luego se preguntó si nada faltaba. Y el octavo día hizo a Georges.

Y entonces vio que todo estaba bien...)"

El octavo día. Jaco Van Dormael (1996)

Es 30 de abril y mi padre está hospitalizado. Es 30 de abril y me he reincorporado a mi puesto de trabajo tras casi un mes de ausencia. El hospital en el que está mi padre me pilla cerca del curro, así que a la salida me voy para Urgencias (aún no le han subido a planta) y le veo. Cuando llego me comentan que ya saben lo que es: un cólico nefrítico. Yo me llevo la mano al riñón (me duele), y me siento cansada al borde de su cama. Insiste en que me hagan pruebas a mí también. Resulta que tengo una infección de orina bastante fuerte... Casualidades. El caso es que mañana es 01 de mayo. Y yo trabajo...

En la habitación del hospital por fin me siento y observo cómo mi hermana sigue insistiendo (a unos enfermeros poco empáticos, por cierto, porque no la hacen mucho caso y no mueven un solo músculo de su cara para indicar que al menos la están escuchando) en que le quiten a mi padre el tubo de la vía que lleva enganchada al brazo, que está obstruida... En ese momento entran mi madre y César, mi hermano. Él me mira, y tras saludar a un insistente padre que lo quiere con locura, se sienta a mi lado y acaricia mi cabeza... Yo me dejo querer y me apoyo en su ancha espalda... Tras un rato de ‘pseudo’conversaciones familiares, mi madre dice de marcharse con César a casa. Se lo dice. Él se niega. Es de las pocas cosas que sabe decir en lenguaje hablado: ‘no’. Claro, contundente: ‘no’, y se cruza de brazos. Le digo a mi madre que si quiere que pruebe yo. Sí, sabe que conmigo seguramente se venga. Y cuando por fin nos vamos a ir, no tengo más que ofrecerle la mano, que él coge con una sonrisa, y deslizarnos fuera de aquella habitación. En el pasillo el personal auxiliar va dejando la cena a cada paciente... Mi madre y mi hermana se entretienen a hablar con ellos/as. César y yo seguimos caminando, e iniciamos un pequeño y suave baile por ese largo pasillo que, salvo por los bultos en forma de auxiliares-reparte-cenas, se aparece ancho y vacío para nuestros cortos pasos (César no es muy dado a bailar, pero le encanta girar sobre sí mismo debajo de mi brazo o que yo haga lo mismo debajo del suyo...). Mi madre insiste en que cuiden bien a mi padre, hoy y mañana, hasta que ella vuelva...

Mañana trabajo. Hay varias convocatorias para celebrar el día de los y las trabajadoras... A las de la mañana no podría asistir aunque quisiera (que no es el caso), y a la de la tarde va a ser que me rechina un poco su ‘Atrévete! Ponte rebelde!’. Por una de estas casualidades de la vida personal de cada cual, una se acuerda de que en el barrio berlinés de Kreuzberg celebran desde hace años el 1º de Mayo Revolucionario... César y yo hemos llegado al ascensor que nos bajará a la calle. Cuando salimos, mi madre coge a César de la mano para llevarlo hacia el bus; a mi me llevará mi hermana en coche a casa, que entre el analgésico y los antibióticos voy un poco atontada ya... César suelta uno de sus ‘no’, claro, contundente. Se quiere quedar conmigo... pero no vive conmigo. Mañana es 1º de Mayo. Es la “señal de alarma, de protesta, de atreverse, de ponerse rebelde”; es “el momento de la igualdad, el salario digno y la inversión productiva” (sin comentarios); de “la lucha sindical y social. La hora de organizarse, porque junt@s podemos lograrlo”... Y mi hermano César, que tiene Síndrome de Down, que no va a ‘integrarse’ mediante el empleo, a ser productivo en términos económicos de ningún tipo, que baila suavemente y sin pudor alguno conmigo a lo largo de un ancho y vacío pasillo de hospital... mi hermano, como el Georges de la película, vive en una Institución... Mi madre y mi padre siguen vivos (la madre de Georges no), y cuidan de César. Mi hermana también. Y yo... yo hace tiempo que renuncié a tenerle en mi cotidiano, porque me fui de casa de mis padres, primero, y porque ahora vive en una Institución...

Hoy es primero de mayo. Llevo un mes sin aparecer por el Centro de Atención a las drogodependencias en que trabajo. Cuando llego, las recepcionistas, las auxiliares, enfermeras y trabajadoras de la limpieza tienen como yo su particular primero de mayo: trabajando. Y mi madre que se levantó esta mañana y “puso a” César a desayunar, le afeitó y colaboró para sus necesidades básicas. Y las personas de la ‘Institución’ donde vive, que se habrán quedado con aquellos compañeros y compañeras de César, que como el Georges de la película, no tengan familia que “se los lleve” a casa por el ‘puente de mayo’.

Hoy es primero de mayo y puede que junt@s podamos lograrlo, pero César, después del “puente”, vuelve a donde vive de cotidiano, en un centro creado a propósito para personas como él, y que está aparte, fuera, pero que es fuente de empleo, claro, y que está por supuesto fundamentado en los principios de la ‘inversión productiva’ (mucho mejor que la especulativa, dónde vamos a parar...)

No tengo idea de si el octavo día dios creó o no absolutamente nada (sobre todo porque hace tiempo que dejó de ser una cuestión de importancia para mí si existe o no), y tampoco sé si es atreverse y ponerse rebelde, pero me encanta poder bailar con mi hermano por el largo pasillo de un hospital, feliz porque mi padre no se muere (todavía) y mi hermano César, a pesar de todo, sigue sonriendo cada vez que me ve...

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